Post by laubridge on Nov 11, 2007 16:54:33 GMT -5
Disclaimer:Steph, lo sabemos, no son nuestros. Lo asumimos. Y somos felices con ello porque así podemos crear estas cosas que al menos nos hacen pasar un buen rato, angustiarnos o reír, como es este el caso.
Fandom: Sí, espera, ¿cómo se llama esta serie? Oh, sí, Afterlife.
Shipper:Este fic está en buenas manos en ese aspecto…Alison/Robert forevah and evah y esas cosas.
Rating: NC17/Humor/RST
Spoilers: Situado entre el 1x05 y el 1x06…o séase: Entre Sleeping with the dead y The 7.59 club. Aunque es más bien un AU.
Notita adjunta: Quiero decir antes de empezar nada que este fic ha sido co-escrito, realmente. El mérito no es únicamente mío. Gracias a almooky, que teníamos mono mutuo y enseguida nos hemos puesto a trabajar.
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“Some stupid chick in the checkout line, was paying for beer with nickels and dimes,
And some old man who clipped coupons had argued whenever they wouldn’t take one.
All I wanted to buy was some cigarettes,but I couldn’t take it anymore so I left
I hate everyone
I hate everyone
I hate everyone
......
All the people on the street, I hate you all!
And the people that I need, I hate you all!
And the people that I know, I hate you all!
And the people that I don’t, I hate you all!
Oh, I hate you all!
Some f**king not a very nice person just cut me off
And gave me the finger when I f**king honked
Then he proceeded to put on the brakes
He slammed on the brakes, but I made a mistake
When I climbed out of my van he was waiting
But he was six three and two hundred pounds of Satan
I bet you think I'm kidding
But I promise you its true
I hate most everybody,but most of all I hate...
Oh,, I hate you “
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PROLOGO
La luz de la farola exterior dio de lleno en su cara, pero más que resultar una sensación agradable, casi hizo que sintiera atravesada, a medio camino entre ella misma y el retrete, la escasa cena. Tenía los ojos henchidos. Tampoco había dormido, como solía ser costumbre. Se las había pasado escuchando sus llantos y los de un Joshie tremendamente dolido. Asomó despacio, con una pereza casi sobrehumana, los pies por debajo del edredón. Sabía lo que tocaría al salir de ese jodido lugar: Ir hasta el mercado, volver, posiblemente ver al –“señor perfección” –Doctor Bridge que se había marchado de su casa dando un sonoro portazo. Cierto, podían conocerse desde hacía relativamente poco tiempo, pero pensó que había transcurrido el suficiente para la confianza. Un mínimo. Sólo le pedía eso. Un mínimo de confianza. Pero no, la seguía tratando exactamente igual que el primer día, o incluso peor, alzando más y más el muro entre ellos. Y si podía mantenerse lejos de ella, mejor. No sabía si le hacía gracia o le dolía horrores que fuera tan sincero con todo cuanto le inspiraba su sola presencia.
¿Qué era? ¿Le repugnaba acaso? ¿Si lo hacía, por qué demonios se estaba dejando los ojos secos delante del portátil en un proyecto sobre alguien que no hace más que amargar tu existencia? Su marido amargó la suya, no tardó mucho en salir corriendo…
Su cuerpo cedió otra vez más al agotamiento, pensando que quizá un latigazo de cafeína –o, conociéndose, se veía de nuevo en compañía de su inseparable vino o algo que llevara en sí implícita la palabra “alcohol” –la haría despertar del letargo. Entró en el cuarto de baño, dándole al interruptor: Su cabello estaba más desmoronado que cualquier otro día, el bello azul de sus ojos estaba completamente destrozado por la rojez en ellos y las bolsas bajo los párpados estaban especialmente pronunciadas, algo oscuras.
-Joder –Dijo a su propio reflejo, esperando que éste respondiera.
Tras una ducha que creyó que la relajaría pero no lo hizo, bajó las escaleras, echando con movimientos casi automáticos agua a hervir y sentándose a la mesa. Esperó que la tetera calentase el agua mientras, torpemente, echaba el café soluble a la taza. Unos cuantos granitos quisieron salir del mismo quedando esparcidos por toda la encimera. Enterró la cara entre sus manos, cansándose de esperar. A todo, a nada. Se incorporó con brusquedad, yendo hasta donde tenía su abrigo largo de punto sin antes aplacar radicalmente el chirriante ruido que acababa de comenzar. Con las mismas, cerró con fuerza tras coger el bolso. Se quedó con la cabeza apoyada sobre la puerta en gesto resignado. El camino que tendría que tomar hasta poder alcanzar su parada de autobús sería considerablemente largo. Anduvo, sin pensar, la mitad del camino se las pasó intentando centrarse en pequeñeces, en el matrimonio que caminaba o esa chiquilla comprando fruta pero lo mismo volvía a su cabeza como un boomerang. Que Robert había decidido finalizar el “proyecto” que los “unía profesionalmente”, mandando a la mierda a su propio hijo con todo eso, también. Pero, claro, ella-no-está-bien.
Alison Mundy se sentó en el banco más próximo, ya agotada de dar palos de ciego por todas partes. Se sentía estafada, cansada con todo el mundo. Pero tenía que hacerlo aunque fuera por la opresión en el pecho que sentía ahora, cosa que, quería creer, era por el crío. Tenía que ser por el crío, no porque ese….
El sonido del móvil interrumpió, hoscamente, todos sus insultos mentales hacia el tipo a quien estorbaba día sí día también.
-Maldito cabrón, Robert –Enunció, en voz baja, observando el identificador de llamadas.
Era irónico, parecía que la había escuchado.
1.ALL AT ONCE
“There are certain people you just keep coming back to
She is right in front of you
You begin to wonder could you find a better one
Compared to her now she's in question
And all at once the crowd begins to sing
Sometimes the hardest thing and the right thing are the same
Maybe you want her maybe you need her
Maybe you started to compare to someone not there
Looking for the right one you line up the world to find
Where no questions cross your mind
But she won't keep on waiting for you without a doubt
Much longer for you to sort it out
And all at once the crowd begins to sing
Sometimes the hardest thing and the right thing are the same
Maybe you want her maybe you need her
Maybe you started to compare to someone not there
Maybe you want it maybe you need it,
Maybe it's all you're running from,
Perfection will not come
We'd never know what's wrong without the pain
Sometimes the hardest thing and the right thing are the same
Maybe you want her maybe you need her
Maybe you had her maybe you lost her to another
To another”-The fray, All at once.
********************
Dejó caer cadera y piernas sobre el césped del parque mientras escuchaba los incesantes y lentos *beeps* de su llamada. Miró a su coche con desesperación. Ahí estaba. Tan cerca pero tan lejos y a esas horas. Su vehículo en el arcén, con una rueda inútil, los servicios mecánicos apunto de cerrar y ninguno disponible.
No sabía qué resultaba más patético, si el hecho de que su coche había pinchado o el hecho que sucediera justo al pasar el puente por culpa de un socavón mal avenido en medio del asfalto. Metros de su casa. Metros. El mensaje dejado en el buzón de Jude no recibía respuesta por el momento. Las ocho. Mierda. Había marcado el número sin sentido alguno, tenía que reconocerlo, pensando en que hablar con alguien aliviaría el caos. De entre todos tuvo que ser Alison a quien eligiera para ello. Echó una risa burlona al aire que fue fundiéndose con el viento. ¿Qué esperaba, que le respondiera después de la actitud que había tenido? ¿Después de haberla dejado, de no haberla consolado cuando estaba bebida, destrozada porque habían utilizado algo en lo que ella creía con toda su fe para luego juguetear con la información a su antojo? No estuvo ahí, no fue el amigo que debió haber sido y no estuvo ahí.
Vale, es posible que su culpabilidad fuera responsable de hacerle marcar ese número. Sólo un poco, una ínfima parte. Sí. Lanzó un bufido, apunto de colgar para intentarlo más tarde.
Un clic. Se incorporó con rapidez.
-¿Qué coño quieres? –Dijo, con una más que notable puntada de rabia en el tono, la voz al otro lado.
Suspiró. Lo esperaba.
-Alison, por una vez llamo en son de paz.
-Una risa seca, ácida, bastante parecida a la que él había escupido a la nada, rezumbó en sus oídos –¡Oh, maravilloso! Entonces, ¿qué va a ser? ¿Discurso pacífico para que me calle o vas a compensarme con alguna otra tontería? No tengo ganas de escuchar toda tu mierda terapéutica ahora, Robert. Ahórratelo. Tienes cosas mejores que hacer y te recuerdo que ya no “tenemos nada que ver” profesionalmente.
-Se apresuró antes de que colgara, porque sabía que iba a hacerlo –¿Sabes? Con el coche roto no creo que pueda encontrar demasiado entretenimiento y tú tampoco creo que lo hagas, aunque a estas horas posiblemente tu amiga la botella de vino vacía esté contándote su vida.
-Qué agudo –Replicó, irónica –Lástima que no lo seas cuando debes –Terminó, cortante –Si llamaras a un taller perderías menos tiempo…
-Robert cerró los ojos con fuerza. Se mordió el labio. Quería terminar con esto –¡Bien! ¿Vas a estar así mucho tiempo más? Lo digo para que tú guardes saliva y yo dinero si a eso estamos –Hizo una pausa, llevándose la mano al entrecejo. Sabía que la estaba hiriendo de nuevo, por un segundo le pareció escuchar un suspiro dolido y eso pudo con él. Bajó el tono –¿Quieres hablar? ¡Hablemos! Ven a echarme todos tus sapos encima y de paso tú también pierdes menos tiempo ayudándome. ¿Te parece un buen trato?
De nuevo el silencio entre ellos. Aquellos que, presenciados en persona, se transformaban en miradas que empezaban a tornarse demasiado significativas.
-Sólo una cosa –La voz de Alison interrumpió de nuevo sus pensamientos –¿En orden de qué exactamente tengo que hacer esto o, es más, tratarte ahora?
Antes de poder tener tiempo para racionalizar su respuesta la línea había muerto al otro lado. De sus labios se escapó inocentemente una sonrisa de medio lado. Volvió a recostarse hasta que quince minutos más tarde el ruido de tacones contra asfalto le hizo volver del ensimismamiento. Ahí estaba, donde siempre quiso que le correspondiera, entre la luz y la oscuridad.
Qué ridículo pareces, acusaban sus ojos, tan cerca ahora.
Y a él pareció no importarle porque los dos rondaban el mismo punto. Lo sabían.
Nunca en todo este tiempo se había alegrado más de verla.
2.After…what?
-Tampoco era necesaria tanta queja, sólo había que empujar un poco. ¿Ves?
-Aún cuesta moverla –Suspiró él –Alison, déjame a mí. Es más maña que otra cosa…
-No no no –replicó –Si la colocas de esta forma, funcionará. Estoy segura. Dios, ¡está durísima!
-Éste puso los ojos en blanco –Te lo dije –Se movió un poco – De acuerdo, tú…sujetas por ahí.
Ambos presionaron, el sobreesfuerzo les hizo lanzar un agotado gemido al tiempo que volvían a tumbarse….viendo lo que había resultado de colocar la rueda. Volvieron a incorporarse, ésta vez quedándose de pie y se miraron como si acabaran de hacer la cosa más estúpida de sus vidas.
-Ha sido fácil –Se apresuró ella a romper tanto el contacto visual como la tensión –Bien, ahora que he descubierto mi faceta mecánica supongo que ya no hace falta que esté aquí, ¿no?
-Los últimos acontecimientos, entonces, volvieron a ambos como una bocanada de aire frío –Oh, por favor no seas tozuda, ¿quieres? –Iba aproximándose hacia su coche –Te dejaré en casa.
-Puedo volver por mí misma perfectamente, no hace falta que otra vez intentes arreglar tus –recalcó –meteduras de pata.
-¿Meteduras de pata? –Robert alzó la voz. Lo que menos esperaba escuchar justo en ese momento era eso. Herir su ego. Fue hasta su coche, sujetando la puerta –Perdona, pero intentaba protegerte.
Alison se aproximó a él, alzando las cejas
-¿Protegerme? ¿En serio? ¿Cuándo fue eso?, porque hasta el momento no me he enterado
-Éste, en el impulso de furia, soltó la puerta con hosquedad –Puede que en el preciso momento en que tú decidiste que el mejor modo para afrontar algo así era apartarse del mundo. Perfecta opción ¿eh?
-¿Tú hablando de afrontar algo? Josh sigue en mi casa, llorando por tu causa.
-Ese tema se dio por zanjado –Contestó, mirándola fijamente y sin abandonar su tono.
-¡Zanjado! ¿Quién se obceca ahora, hm?
-Robert enarcó una ceja en gesto de indignación –¿Quién ha sacado el tema en primer lugar? Si lo llego a saber, no te hubiera llamado –Otro paso más hacia Alison.
-¡Si lo llego a saber –exclamó –no te ayudo a arreglar tu maldito coche!
-¡Bien! –Correspondió él, volviéndose de espaldas
-¡Perfecto!
Escuchó sus pasos llenos de ansia por abandonar el lugar.
Pero cuanto estaban presenciando sus ojos no podían permitirle dejarla ir. Tampoco el hecho de discutir ya por segunda vez en el mismo día.
-¿A..Alison…?
-¿Y ahora qué coj….? El coche. Dónde está el coche.
Vio cómo Robert, despacio, asimilando su propio trauma, señalaba hacia el lugar donde antes estaba y cómo había empezado a rodar por sí mismo calle abajo.
-Oh, Dios mío.
Antes de que sus piernas no dieran más de sí para correr, sólo supo escucharle decir algo parecido a corre. Así lo hicieron, uno detrás del otro, intentando que el vehículo no llegara hasta la autopista o algo parecido y acabase pasto de las llamas. Cuando casi lo tenían, pasando por calles y callejuelas de mala muerte llenas de basura, mal olor y grafitis, lo vieron desviarse ligeramente….hasta acabar estampado contra un muro. El parachoques completamente hecho trizas, acompañando al cristal además de los parabrisas. El capó, hecho una madeja, empezaba a echar humo. Algo se encogió dentro de su estómago. Debieron haberse acordado aunque fuera del freno de mano. Miró, con mucha timidez a Robert, quien sujetaba su cabeza con ambas manos manteniendo la vista fija en el suelo.
-Esto va a costarme caro –dijo, más para sí que otra cosa –Muy caro.
-Alison se volvió hacia él. Sacó de su bolso algo anaranjado de la compañía de transportes –El transporte público no está nada mal, Robert. Podrás usarlo mientras tanto –Le enseñó los bonos con expresión de disculpa, aunque sin evitar que en la comisura de sus labios se dibujara el triunfo.
Miraron justo frente a donde todo había tenido lugar, unos metros más allá. Un bar minúsculo con cartel de letras fosforescentes y azuladas les daba la bienvenida al “acogedor” hogar.
Él no dijo nada. Sólo la miró entornando los ojos, le cogió con brusquedad uno de los bonos y el teléfono móvil. A continuación entró y tras él, Alison.
No había nada mejor ni aunque se empeñasen por la zona. Les esperaba una noche demasiado larga.
**************
Hileras e hileras de humo emergían de los pitillos de todos los clientes dentro de aquél tugurio hasta que llegaban al techo y se fundían entre sí, perdiéndose a lo mejor en algún punto de las muchas lamparillas que decoraban el local. Bajo las mismas, una minúscula mesa de billar alrededor de la cual varias personas jugaban en grupos, riendo. Varias mesas escasas y redondas estaban dispuestas de cualquier manera aunque la gente solía quedarse más en la barra. Pero las dos personas que estaban cercanas a todo eso pero en situación discreta no lo preferían así, más después de la distancia que habían tenido que recorrer a tanta velocidad. Ante sus miradas perdidas, dos vasos llenos de whisky –Bueno, ya medio vacíos a decir verdad –observaban esa callada presencia de ambos. Robert suspiró. Dio otro trago.
-Dijeron que con urgencia…
-Sólo han pasado quince minutos, y teniendo en cuenta las horas – Alison miró, entrecerrando los ojos, su reloj de pulsera – dudo que se den prisa.
-Al menos podrían tener el detalle de avisar –Exhaló un bufido mientras, desesperado, continuaba vigilando que todo estuviera en orden fuera.
-Claro –Respondió su compañera de fatigas esa noche, sin soltar el vaso en algún momento –si tú les llamas estoy convencida de que se darán toda la prisa del mundo.
El camarero, un hombre fornido de expresión campechana y cabellos oscuros, cortos y llenos de sudor, quien no hacía más que cumplir con la inocente penitencia de cubrir su contrato como otro ciudadano más, miraba de refilón pero al mismo tiempo poniendo ojo analítico en esos dos. A la rubia le gustaba el estirado, el estirado no se daba cuenta o no quería darse cuenta y lo hacían pagar odiándose tanto como podían. Además de darle dolor de cabeza, porque entre la hippie y el que ni siente ni padece…
Se daba todos los días, vale, pero esto se salía de la norma.
Robert iba a responder pero un estruendo impidió que lo hiciera. Fuera, una grúa enorme, intentaba abrirse paso al pequeño callejón. Alison escondió sus labios en su bebida una vez más para terminarla mientras, dibujando una medio sonrisa forzada por el alcohol, vio cómo discutía con el encargado mientras ella se *encargaba* por supuesto, de que no faltasen provisiones. Alzó la mano y el buen hombre volvió a acudir.
-Creo que no hace falta que me diga lo que va a pedir –Dijo, chistoso, volviendo a tomar su vaso para llenarlo. Miró hacia donde ella misma estaba haciendo. Bueno, no exactamente porque, supuso que la ebriedad, estaba haciendo que se fijara descaradamente en el trasero del tipo y en cómo marcaba los vaqueros –Mala noche para su amiguito ¿eh?
-A mi amiguito –medio sonrió, jactándose de la expresión –con pensar en sí mismo le basta, así que poco creo que le importe –Terminó, alzando sus ojos interrogantes (y que empezaban a reflejar el Jack Daniels consumido)
-Bien pues, lo que usted diga. Otra ronda. ¿Él va a…?
-Alison se encogió de hombros con indiferencia –No tengo mucha cara de saberlo, ¿verdad? Yo sí, así que ya sabe, em…
-David –Contestó el simpático camarero, retirándose y riendo ante la familiaridad de la situación. Una entre tropecientas.
El “amiguito” decidió volver de su exilio pocos minutos después tras despedir con no demasiada simpatía al de la grúa. Cayó sobre la silla y, exhausto, se terminó de un trago todo lo que quedaba.
-Maldita noche…-musitó.
-¿Disculpa? Todo ha ido a pedir de boca, Robert, cómo puedes decir eso-Replicó, haciéndose la estupefacta.
-Alison. No digas nada. Por favor. –Sólo la miró una vez más antes de volver a sus cubitos de hielo tintineantes entre sus manos. Esperando paz. Esperando no escuchar nada.
-Bien, si no quieres hablar…
-No –éste continuaba con la vista ausente –verás, resultaríais de poca ayuda a mi migraña tú y tus ataques de histeria ahora mismo.
El camarero dejó una de las copas en el fregadero empezando a poner oído atento. La cosa se ponía interesante. Ahora no sólo eran la hippie y el estirado. Ahora se llamaban Robert y Alison, y Alison para añadir, está tarada.
-¿Mis ataques de histeria? Vaya, resulta que cometo el error de expresar las cosas como las siento en el momento –frunció el ceño, revolviéndose en la silla y acercándose más a él. Bajó el tono a propósito –Sin embargo hay personas que desgraciadamente eso de la empatía –sintió el cosquilleo de su aliento sobre su oreja mezclado con el del whisky–no lo llevan muy bien.
Se quedaron mirando. Él claramente lleno de rabia. Ella de desafío. Contrincantes que, en el fondo, no sabían lo que querían, ni uno ni otro. Cegados por una respuesta más cercana y palpable de cuanto imaginaban. Hizo un movimiento con la mano que había estado sosteniendo con fuerza el vaso para pedir al único pobre testigo de los hechos que dejara la botella. “Si no le importa también algo para llevarse a la boca”, dijo con no demasiado entusiasmo
Tenía la sensación cada vez más exacta de que hoy serían tres personas las que cerrarían el local en lugar de una.
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